domingo, 8 de mayo de 2016

Calma




Imagen de Isabel Zaldua
Dentro de su mente dibujaba cabezas de cocodrilo asomando sigilosas en un río de dudas. La imagen no era nítida. Sus pensamientos iban rápidos como una canoa con trece remeros que paleaban acompasados en aguas tranquilas. No lograba parar el flujo de lamentos que se oían. Quizás fuera el viento que se arremolinaba entre los huecos de las montañas y que arrastraba hacia el infinito las pocas nubes que lo cegaban. O quizás fuera su propia fragilidad la que deformaba una realidad azul que parecía irremediable. Solo quería parar, congelar en un instante el caudal de imágenes sin sentido que no le permitían observar su propio reflejo. Un espejismo distorsionado por la impotencia ante un futuro imprevisible.

domingo, 10 de abril de 2016

Te enredas tanto que me desangro

Imagen de Isabel Zaldua
Ayer lo vieron rodeado de musgo, sentado en un banco del parque. Seguía afanado en darle de comer a las palomas. Las enredaba tanto que se peleaban por conseguir un trozo de pan. Cuando dejaba caer alguna miga, alzaban el vuelo al unísono y levantaban una polvareda que arrastraba el cisco blanquecino y manoseado, Dios sabe a dónde. Félix enganchaba la vista en el infinito de sus pensamientos y encajaba una sonrisa malévola que desfiguraba su rictus. Hay que estar muy ciega para no distinguir una mirada de loco entre la espesura de unas confidencias manipuladas.
Y así se fue tejiendo la red de mi desesperación. Hoy tocaba una frase retorcida, mañana una pelea a gritos, un empujón demasiado fuerte, pasado una lágrima falsa que intentaba limpiar la sangre de la tarde anterior. Meses, años completos con sus días, horas, minutos y segundos que le sirvieron para trenzar los hilos de nylon que me atraparon en su complicado mundo.
Mi piel apenas respiraba. La red daba vueltas y más vueltas alrededor de mi cuerpo y lo teñía de rojo. Ya casi ni me podía mover sin que sus nudos se clavaran entre mis muslos o en mis brazos o en mi boca. Todo muy despacio, demasiado despacio como para darme cuenta de que el daño era irreparable. Pero tuvo un descuido y aflojó los dedos. Logré escapar. Huir. Y volé sola. Arrastrada por el viento y la polvareda de las palomas que nos rodeaban. Dejando atrás vanidades, sacrificios, fustigaciones que arrancaron trozos de mi propia vida.
Ya apenas lo veo. Quizás sea el miedo el que me haga escapar antes de que me clave su mirada perdida. Quizás flaquee por la necesidad de cuidar a los pájaros que aún siguen atrapados en su red. Pero soy valiente. Y la valentía hace que no me doblegue por mucho que el hambre me retuerza las tripas. Rompí la red teñida de rojo. Y, por fin, veo el camino. El único camino válido. El de mi libertad.
Las palomas no piensan. Las pobres no saben que siempre se guardará comida entre los dedos.


lunes, 21 de marzo de 2016

Uno

Mi cielo se tiñe de gris con las propuestas del día.
Anochece.
Toca de nuevo cerrar los ojos.
Para cuando los abra habrá llovido.
Y seguro partiré pensando en otra aventura.
Las que no me dieron los sueños.
Sino aquellas que me dan la vida.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

En el TEA con Mª Jesus y su club de lectura

Nunca me cansaré de repetirlo. No hay nada más gratificante para un escritor que sus lectores comenten su obra.

Ayer tuve el placer de compartir nada menos que dos horas con el club de lectura que se reúne en el TEA (Tenerife espacio de las artes). Fue toda una experiencia. Casi todos se habían leído El olor de los ausentes y, muchos de ellos, hicieron un análisis cuidadoso y exhaustivo de su lectura. Tere hizo un bonito repaso por mi biografía literaria, no me lo esperaba. Con sus palabras rompió el hielo y me regaló una primera acogida muy emotiva. Algunos, como Julio, anotaron frases, imágenes y párrafos que nos hicieron meditar, no solo sobre el contenido de la novela, sino sobre otros muchos aspectos de la vida. Y Andrés me confesó que se la había leído dos veces (todo un privilegio para mí) y, aunque no presumía de ser un lector profundo (aspecto que dudo), yo os aseguro que su lectura le despertó cuestiones que muchos hasta ese momento no me habían planteado, tanto del fondo como de la forma en que está escrita. Mª Jesús se dio cuenta de detalles que solo alguien con una lectura profunda es capaz de captar. Y todos, absolutamente todos, me acogieron con una amabilidad impresionante.
Quiero darle las gracias a cada uno de ellos. No me acuerdo de todos los nombres (Mª Jesús, Ana, Julio, Andrés, Paco, Gloria, Esther, Dácil, Tere, Jose Luis...) porque eran alrededor de veinte personas las que me acompañaron, pero os aseguro que no me olvidaré de sus rostros ni del momento tan maravilloso que me hicieron pasar.

La tarde se lleno de olor a literatura.




jueves, 19 de noviembre de 2015

Miel y locura

Hay personas eternas que jamás nos abandonan por mucho que pase el tiempo.
Recuerdos que vuelven a la luz de un aroma, al sonido de una palabra, o tras el roce de una piel conocida.
Sentimientos que nunca desaparecen por mucho que las sombras traten de oscurecerlos.
Y pensamientos insistentes que solo pretenden dibujar una sonrisa.
Hay momentos únicos, personalmente nítidos, que necesitamos revivir.
Secretos evocadores que son inconfesables.
Anécdotas que han escrito una página importante en nuestra historia.
Y labios que impregnan un manantial de ternura.
Hay palabras que engrandecen la importancia de existir.
Sonidos que nos hacen dichosos.
Caricias que rejuvenecen el cuerpo.
Y verbos prohibidos que nos elevan a la luna.

martes, 20 de octubre de 2015

Nueva reseña de El olor de los ausentes

A Cande Rodríguez la conozco de hace poquito, pero no me hace falta más para intuir que es una persona generosa, detallista y gran lectora.
Cande ha tenido la amabilidad de escribir una breve reseña de El olor de los ausentes, y yo que se lo agradezco enormemente. Porque no hay nada más gratificante que cerrar el círculo escritor-lector y poder conocer las sensaciones causadas con una novela que, al fin y al cabo, termina perteneciendo al que la lee y la disfruta.
Aquí os dejo sus palabras.
Gracias Cande

Reseña de: El olor de los ausentes
Por Cande Rodríguez


Nada más comenzar el primer capítulo supe que me había atrapado.
El olor de los ausentes.
La novela de Inma Vinuesa está llena de pasión. Con ella nos conduce al amor y desamor, rincones del alma ante contratiempos. Narra con exquisita técnica literaria las soledades humanas. Juan y Rosa, dos jóvenes que se encuentran en medio de historias paralelas pero desconocidas, hasta que se convierte en problema. La isla de Lanzarote es su escenario donde aparecen desgarradoras y a la vez tiernas escenas. Es el olor protagonista indiscutible. El aroma se hace hueco en todos los rincones de la obra, tan cercano que en ocasiones lo puedes percibir. Los conflictos aparecen en todas sus páginas y es por eso, que quizás la autora quiso regalarnos dos finales.

P.d: Cande se queda con el final II


viernes, 9 de octubre de 2015

Corazón roto

Silencio
El eco de las voces atávicas se acallan,
y el viento susurra canciones olvidadas.
Incansable.
Porque no hay palabras para explicar lo que siento,
si oteo la triste oquedad de mis recuerdos de niño.
Al final del túnel siempre espera
tu sonrisa juguetona,
y me ofrece una mano apacible
que sostiene mi corazón
roto.

domingo, 20 de septiembre de 2015

En la Librería de mujeres


El 18 de septiembre estuve hablando de El olor de los ausentes en la librería de mujeres. Un espacio con encanto, con personalidad propia, con olor a letras. 
Izaskun, su dueña, acondicionó el lugar de tal manera que me pareció la sala de estar de una casa acogedora. No puedo negar que, cuando me invitó a sentarme en el pequeño sofá negro, estaba nerviosa, un nervio de responsabilidad y respeto por todas las personas (conocedoras o no de la novela) que amablemente se acercaron para escuchar y compartir una hora de tertulia. 
Nada más comenzar a hablar, noté el interés de Izaskun por conocer cómo es escribir una primera novela en solitario, qué de especial tiene el trabajo de elaboración de una historia ficticia, cuáles son las sensaciones de un escritor a lo largo de la creación de una obra. Eso me reconfortó y me tranquilizó, inmediatamente noté que mi criatura, por la que había estado tanto tiempo trabajando, despertaba, por lo menos, una gran curiosidad.

Y se abrió el turno de preguntas y en ellas me sentí canaria aunque para mí la literatura sea universal y noté que los personajes toman vida propia no solo en la mente del escritor y, a otros buenos escritores que aún no se han atrevido a dar el paso o solo les falta una pizca de decisión, les animé a que se metieran en la aventura de crear sin mirar en las consecuencias futuras, solamente por el placer inmenso de escribir. 
Y hablé de mi novela, de la aventura literaria que fue crear la historia de amor de Juan y Rosa, de las herramientas usadas, de la obligación de luchar por una literatura de calidad, de la originalidad de sus dos finales, finales diferentes pero complementarios donde el orden de los factores no afecta al transcurso inevitable de los acontecimientos.
Y sobre todo terminé con un gran sentimiento de gratitud: por la amabilidad de Izaskun que nos dejó su espacio hasta el final, sin prisas. Por el apoyo de todos los que me acompañaron y que me regalaron esa mirada de satisfacción que se transmite cuando no se nota el paso del tiempo. Por haber conocido a personas que aman la literatura y que dedican su vida a fomentarla y apoyarla, trabajo arduo en los tiempos que corren.
Gracias a todos los que aún les merece la pena seguir leyendo. Gracias.