domingo, 9 de agosto de 2015

Todas las personas que mueren de amor



Tenía pendiente una reseña de la última novela de Víctor Álamo de la Rosa: Todas las personas que mueren de amor.
Era de recibo hacerlo, no solo porque Víctor es uno de mis escritores de cabecera, sino porque en este libro he descubierto a un Víctor diferente, un Víctor que me ha sorprendido más si cabe, un Víctor que para mí, si ya estaba consagrado como uno de los mejores escritores del siglo XXI, ahora es que no me cabe ni la más mínima duda.

                                                      


Algunos me pueden decir que la historia no es gran cosa, que es posible que esperaran más de ella y de un título tan sugerente, que parece que la trama de esta novela pase como una brisa ligera, hasta desapercibida para algunos, y no como un huracán, como nos tiene él acostumbrados.
Sí, quizás. Pero si nos gusta la literatura y conocemos la trayectoria de Víctor nos daremos cuenta que, Todas las personas que mueren de amor, es una genialidad literaria. Porque yo, personalmente, me quedo con todo lo literario que hay en estas 168 páginas.
Si abrimos un poco los ojos y vemos más allá de la mera historia, nos daremos cuenta todo lo que encierra esta novela, todas las herramientas que Víctor con su maestría ha sabido encajar en cada una de estas páginas, como el que no quiere la cosa, así disimulado. Diciéndonos, aquí va esto a ver si eres capaz de darte cuenta, a ver si eres capaz de saber cuanto de Víctor y de su sabiduría hay metido y medido en cada uno de los capítulos. Porque en esta novela Víctor Álamo de la Rosa ha conseguido que la estructura también hable, utilizando capítulos desordenados en tamaño y forma, sin numerar ni separar. También ha desordenado el tiempo para jugar con los lectores al escondite y que no te aburras en uno solo de sus párrafos y adivines cuando habla del pasado, cuando del presente, cuanto hay de imaginación y cuanto de realidad. Ha metido monólogos interiores como parte de la propia configuración del personaje. Es capaz hasta de cambiar la voz narrativa sin avisarte, sin que te chirríe, todo lo contrario. Ha conseguido que esas voces formen parte de una conversación entre personajes y lector, nos ha metido en su novela, y nos habla e incluso nos deja responder a sus preguntas. Víctor ha metido escenarios fantasmas en una realidad personal dura, sin tapujos, reflexionando sobre temas que todos en alguna ocasión nos hemos planteado, sobre todo tratándose de salud. Y con ello quiero decir que es capaz de meterse dentro de cada uno a través de las dudas y reflexiones de su personaje, es capaz de hacer sencillo lo más complicado del ser humano, el mundo interior.
Víctor Álamo de la Rosa es original y atrevido en la escritura, y eso solo lo puede hacer aquel escritor que tiene un sillón privilegiado dentro de este arte, eso solo lo puede hacer el que sabe, al que no le da miedo nada, porque nada le coge por sorpresa.
Deciros que: Todas las personas que mueren de amor, es una novela para disfrutar en una sobremesa, o por la noche cuando todo está en silencio, tranquilos, sin que os importe el paso del tiempo. Que es una novela de las que hay que releer, para perderse en ella, y poder analizar los mil y un detalles de su maestría, para poder disfrutarla en su plenitud.
Y, como colofón, un final sorprendente, que ha sido capaz de contarnos desde el principio de la novela sin que nos demos cuenta. ¿Cómo se puede haber tanta magia en tan poco espacio? Pregúntenselo al escritor. Hablen con el maestro.
Enhorabuena Víctor.

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