viernes, 12 de septiembre de 2014

Comunicado

Pido disculpas:

Cierro la gaveta unos meses.
Ahora toca escribir novela.
Gracias amigos.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Mentiroso

Quién podía imaginar que tras la sonrisa de filmoteca de ese individuo, que tras la mirada cultivada de vítores, que tras las manos llenas de gestos amplios y acogedores, que tras ese empaque de hombre legal y justo, se escondía el estafador más grande y mentiroso que jamás había conocido.
Fue una mañana de Junio, el calor aún no apretaba demasiado, hasta tenía que guardarme en el bolso una rebeca de hilo por si acaso.
No recuerdo quién nos presentó, quizás mi jefe, o aquel amigo común al que hacía años no veía, no sé. Lo cierto es que, no sólo me traspasó su mirada felina, sino su personalidad entusiasta, su extrema amabilidad, su ademán de inteligente educado.
Reconozco que era el tipo de persona del que cualquiera puede enamorarse. Reconozco que era mi tipo, o fingió ser mi tipo, ya apenas distingo la realidad de la farsa, de la mentira estudiada hasta extremos ilimitados. Porque terminé saliendo con ese hombre de ojos verdes y dedos largos, terminé locamente enamorada de ese adonis de piernas atléticas y cuerpo fibroso, terminé infringiendo mis leyes por amor, sometiendo mi vida a alguien sin escrúpulos. Porque los mentirosos no tienen escrúpulos, no se cansan de mentir, no se hartan de robar.
Me usurpó el dinero, los bienes, la autoestima, la comida, la rebeca de hilo y, para colmo, terminó convenciendo al mundo que nuestro idilio fracasó por mis continuos engaños.
Yo que no soporto las mentiras, que sucumbo por no ocultar los detalles, que me puede la sinceridad antes de callar y sufrir con vergüenza el perderme en el olvido.
La repetición insaciable de una mentira se convierte en una verdad ambiciosa y yo me cegué de ambición.
Ahora repito palabras, me pica la boca, me suda la frente, me quedo con la mirada fija, me justifico innecesariamente, trago saliva y descanso mientras huyo. Todo lo que no observé que hacía el hombre que me robó la dignidad.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Impasse

-Mamá, somos muy felices, -le decía su hijo mientras bailaban pegados, cabeza con cabeza, para que no se les cayeran los pinganillos que compartían-.Un paso, vamos, escucha la caja, la que da el ritmo y, la otra pierna marca el baile. Así, muy bien.
Una canción y luego otra, entre ellas un impasse para ver si reconocían la siguiente canción. Seis kilómetros entre risas y tropiezos danzarines.
-Te quiero mamá, me encanta como somos.
Y la madre seguía bailando, como si no lo hubiese escuchado, pero henchida. Casi quince años y ahí estaba con ella, orgullosos de todo lo que tenían, sin desear nada más que vivir, no había felicidad más grande.
Ella siempre lo tuvo claro, no importaban los sacrificios personales, ni el agotamiento del día, ni los problemas de salud, ni la tristeza que a veces estaba vigilando su sombra.
-No te olvides mi cielo, las pequeñas cosas son las importantes, una sonrisa, una canción, un ritmo de batería, un abrazo en la mañana y el beso de buenas noches.

martes, 12 de agosto de 2014

Tiritar

No es frío lo que me despega la piel,
ni fiebre lo que me hace tiritar por dentro.
No es desgana lo que impide abrir las pestañas a la luz del día,
ni falta de fuerzas para retozar entre sábanas.
No es la claridad la que me ciega el aliento,
ni las palpitaciones las que no dejan respirar el aire de este cuarto.
No es la brisa la que hace esconderme entre almohadas,
ni las arrugas las que me impiden llorar.

Quizás fueron tus dedos perdidos entre mis piernas,
quizás la penumbra de tus labios en mis ojos.
Quizás el deseo de enroscarme entre tus vellos
y limpiarme la noche con tus jugos.
Quizás el no poder moverme atrapada por tu cuerpo
entrelazando el espacio que estrechamos,
o el sabor de sentirme mojada con tu lengua fresca.

No es frío lo que me tuerce los huesos.
Es derrochar mil momentos en uno
y convertir tu recuerdo en desvelo.

jueves, 7 de agosto de 2014

Albatros

(José Luis Torres Vitolas)
                                                     
Conocí a José Luis Torres Vitolas en un encuentro que hicieron en la sala Mac de Santa Cruz de Tenerife escritores Canarios y Peruanos. Me pareció un hombre sencillo, amable, cercano y, en su exposición, descubrí además que poseía esa faceta de los escritores buenos: facilidad de palabra, inteligencia y humor. Ingredientes fundamentales para decidirme a comprar su novela: "Albatros" ganadora de el premio Alfons el magnanim de narrativa.
Me comprenderéis cuando os digo que no pude resistirme.
Empecé con ella despacio, sabía que iba a encontrar una historia dura, tal como dice su resumen:
"Corrupción, narcotráfico, terrorismo, violación de los derechos humanos... Una radiografía absoluta del poder..."


(Novela Albatros)
Pero llega un momento que los lectores nos volvemos críticos también con el estilo literario y Albatros me ha hecho descubrir a un escritor que cuida detalles tan importantes como la construcción de los personajes a través de sus voces y sus frases, que te hace meterte en una sociedad donde el miedo se contagia, creando un espacio y una atmósfera dignas. Además la narrativa fluye progresivamente, sin prisas hacia un clímax difícil. No solo se ha de contar una novela, hay que transmitir para que te haga partícipe de ella.
No vale ser mero espectador, hay que conseguir que el lector huela, sienta, toque y eso lo consigue José Luis.

La literatura parece fácil para el que solo se limita a apretar las teclas del ordenador. Hacer una obra literaria es muy difícil y Jose Luis Torres Vitolas lo ha conseguido con nota.

Fue un placer conocerte y uno más grande descubrir tu literatura.

lunes, 4 de agosto de 2014

Matrimonio concertado

Un pañuelo en la cabeza y cubrirse el pelo esa es la señal de que eres mujer.
Yo nunca aprendí a hacerme la trenza tan perfecta como mi madre y taparla del todo, quizás porque no quería crecer.
Cuando me quedé embarazada de los mellizos lloraba si ellos lloraban, cuando jugaban me tiraba al suelo a jugar también, cuando se peleaban yo era la tercera en discordia.
Al nacer Nayik se derrumbaron las posibilidades de seguir siendo una niña.
Mi madre me lo decía, aunque no llegaba a comprender:
Te casarás pronto y tendrás que asumir el papel de esposa y madre.
Con quince concertaron mi matrimonio. Él era viejo pero amable, gordo y feo, calvo con bigote, manos arrugadas y recias.
Cuando me lo presentaron cerré los ojos. Creo que pagó bastante por mí, no lo sé, no lo vi, ni vi las monedas, ni las manos cuando me desnudó, ni vi el pañuelo cayendo al suelo, ni siquiera vi el nacimiento de mis hijos, ni noté cuando me tocó por segunda vez y por tercera, ni cuando bufaba, ni cuando me volvió a tocar, ni cuando engordé. No vi nada, ni mi futuro.
Abro los ojos cuando construyo un castillo de naipes. Los niños a veces me tiran las cartas y me enfado y protesto, pero vuelvo a colocarlas, el tiempo pasa muy deprisa entre carta y carta. En alguna ocasión ha llegado a tener tres plantas y abro mas fuerte los ojos pero siempre se caen cuando oigo sus pasos, las manos me tiemblan y los parpados vuelven a cerrarse.

El día que consiga construir uno muy alto, tanto que me sobrepase, ese día me refugiaré entre sus paredes antes de que se caiga y me aplasten sus cimientos.

martes, 1 de julio de 2014

La historia interminable

Solíamos quedar, un café y unas palabras, las suficientes para seguir ilusionados.
El viento dejaba de soplar y solo escuchaba los sonidos articulados de tu boca, los pensamientos convertidos en historias interesantes, sin finales trágicos, sin contrastes adivinados, la realidad en una caricia, un beso, una mirada.
Hoy divagamos sobre nada, superficialidades entrecortadas por la vergüenza y, el tiempo pasa sin acontecimientos, disfrazado de recuerdos dilatados, de suspiros sin sentido.
Se ha escrito una meta, el final de un camino que sospechábamos más largo, que intuíamos más difícil. El punto final de una historia inacabada, de una historia interminable.

domingo, 8 de junio de 2014

Petróleo

Colina pintó de azul su habitación.
Desde que su padre le dijo que algún día el mar cambiaría de color, que varios gigantes de hierro romperían el fondo y teñirían de negro sus aguas, no podía dejar de pensar que el color azul moriría.
Colina aprendió a distinguir el color azul mirando al acéano, bañándose en sus aguas, repitiendo en clase: el mar es azul.
No hay azul más intenso, ni más hondo. ni más grande que el azul del mar.
Los fondos marinos se llenarán de un negro espeso, se teñirán de un negro opaco.
No se podrá ver al calamar, ni al delfín, ni a las ballenas pilotos, tampoco dejará que las algas moteen de verde la superficie, la arena se convertirá en fango que atrape a las aves cubriendo sus plumas de chapapote y millones de niños no podrán contemplar la inmensidad azul que envuelve al mar.
Colina no quiere estar rodeada por un negro pastoso, ni quiere bañarse en un negro denso y maloliente, no quiere ver los atardeceres reflejados de oscuridad, ni despertar con el horizonte teñido de grasa negra.
Por eso ha elegido el color azul en sus paredes, para no olvidarse de que su color preferido, el mejor color, el más puro y cristalino es el azul del mar, el azul marino.

miércoles, 4 de junio de 2014

Estrenar

Hoy toca.
Hoy toca estrenar cara, puede ser doloroso, para qué mentiros.
Empiezas detrás de las orejas y como una careta vas tirando de la piel hasta arrancarla.
En la parte de la mandíbula hay que tener paciencia, ir muy despacio porque se adhiere demasiado y pueden quedar restos de tristeza, desgana y comisuras caídas.
La nariz sale en bloque. Al retirarla es preferible no mirar los agujeros, son como abismos, te hacen ser consciente de la profundidad del vacío y puedes perderte en un recuerdo oloroso, es un agujero negro sin fondo.
Rápido, tápala con la siguiente nariz, con la respingona y coqueta.
La piel que rodea a los ojos es fácil de quitar. Los ojos son bolas macizas, duras, imperturbables y son imposibles de arrancar, no los puedes manipular, razón por la que tenemos que escoger la cara ideal.
¡Cuidado! La mirada es delatora, estropea nuestro trabajo y puede que contagie a la nueva cara, la sonriente, la relajada, la enamorada y sincera, esa que toca hoy y con la que tenemos que acostumbrarnos a convivir.
Hoy toca estrenar cara.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Lo bello

Lo bello nunca se olvida.
Mañana hará un año que Juan se despidió de Marta. Lo hizo con las lágrimas contenidas y las manos en los bolsillos. Se negaba a sacarlas porque sabía que se pegarían a su cintura como un imán y no podría separarlas.
Juan, falso en sus palabras, iba construyendo la lápida de la mentira; que nunca la olvidaría, que pronto volvería, que estaban predestinados a estar juntos. Quizás eran palabras repetidas en su mente como auto convencimiento de una falacia, quizás la memoria de los momentos inolvidables a su lado, de esos besos prolongados en la oscuridad de la noche, de ese sabor perpetuo a deseo, de lugares señalados por el recuerdo de algo más que un encuentro casual.
Tenían un pacto de sangre, de esos que mezclan jugos internos con gesto delatores, un pacto de por vida, de los que traspasan tiempo, espacio y razones.
Marta siguió caminando por la carretera, recta, sin mirar atrás, anhelando un abrazo por sorpresa, un beso en la nuca o un eco que retumbara un te quiero.
Un año y los días disuelven la angustia y aburren la espera, pero no consiguen hacer desaparecer los bellos momentos vividos.

jueves, 22 de mayo de 2014

La sonrisa del alma


La mente tararea cientos de notas de la melodía que escuché al levantarme. 
Tras la ventana me sorprendió la sonrisa del alma. 
El cristal ahumado disipaba una estampa chiquita, pisadas diminutas que escalaban sueños, esfuerzos grandes que parecían pequeños, ejercicios rutinarios que abrían regalos llovidos del cielo.
No eran espejismos, sino realidades distintas, esas que no tienen la inmensa mayoría de los mortales pero que están ahí a poco que te asomes a mirar, esas que te encharcan el lagrimal si decides jugar al juego de la comparación. 
Hoy vi la sonrisa del alma, escuché los tambores correr por el pasillo bailando al compás de una cojera, hoy temblé intentando subir la escalera del esfuerzo incondicional y comprobé que la voluntad conlleva recompensas que hacen al pobre rico y al rico pobre.
Escuché la melodía de la basura y se ha incrustado en mis sentidos. Quizás huela mal, incluso puede saber raro, hasta puede que el sonido chirríe en los que no tienen alma. Pero para mí ya forma parte de la música despertando una sonrisa.

lunes, 19 de mayo de 2014

viernes, 9 de mayo de 2014

Deseo de ser

Se cortó el pelo, necesitaba resaltar los rasgos más profundos de su rostro, esos que en penumbra afean, pero que con la luz del sol y un buen maquillaje hacen clavar la mirada a cada paso. Los labios perfilados por un rojo caliente, los ojos grandes con una línea infinita gruesa y negra, las pestañas enmarcadas con el rizo de un rímel pegajoso, los pómulos surcados por coloretes indios.
Delante del espejo rebuscó en el joyero los pendientes que dejaban suspendidos los corazones rojos que le había regalado el innombrable, la blusa ceñida resaltando un busto prieto de poder, sólo dos botones cerrados y el ombligo hendido al aire.
Los tacones buscando la elegancia de la altura anhelada. Ahora la postura, la mandíbula apuntaba al horizonte de la seguridad, la cintura suelta bailaba la sensualidad, dejaba caer la rodilla para resaltar su culo redondo.
No era extraño que cada hombre que encontraba hiciera una mueca tragando saliva, que tuvieran que cerrar varias veces los ojos con incredulidad, que se preguntaran quién era esa mujer que los sacó de la realidad por un  minuto.
Pero ella iba directa a su objetivo, a quién la despreció por su físico, a quién la humilló por sus labios gruesos, a quién se mofaba de su frágil cuerpo de niña, a ese que no tenía escrúpulos mientras explicaba sus defectos.
Se paró delante de la puerta, levantó el puño sin vacilar, hizo el ademán de llamar cerrando fuerte su mano, inspiró profundo y le llegó un leve recuerdo de su olor diluido en la penumbra del zaguán.

Un temblor paró su gesto, ¿qué hago? pensó, sólo conseguiré hacerme daño.

martes, 22 de abril de 2014

Caras

Mujer, 30 años, media melena rizada, salpicada con canas apenas perceptibles.
Trabajo como administrativa de unos grandes almacenes. Manejo bien a los jefes a los que les pongo mirada sin fondo y expresión plana como paralizada, para no entrar en roces personales. Hay que pasar desapercibida delante de los grandes, la subordinación es la clave del éxito en el trabajo, así los de la planta alta sólo saben de ti por tu trabajo. No hay que meter la cuchara en la olla del dinero.
Con los empleados mantengo las distancias. Eso de: ahora mando yo, a algunos les gusta pero, reconozco que no es uno de los mejores papeles que interpreto, seriedad, palabras monosilábicas y graves, mirada por encima de las lentes y labios apretados. Demasiada tensión y esfuerzo cuando no se tiene condiciones. Agotador.
Diariamente voy al gimnasio, pero con distinto horario. Allí la sonrisa es la protagonista, me dejo llevar por la adrenalina  y escondo los complejos debajo de las mayas negras de licra y los sujetadores elásticos.
Con mis amigos salgo una vez cada dos semanas, es curioso como cambia el semblante y las palabras según hables con unos u otros.
Mi mejor amiga es Lidia, alta, rubia y pecosa, somos muy distintas pero conectamos desde el primer día. Es de esas personas con las que hablar es fácil, con las que el silencio es agradable y los músculos se dejan de notar. Pero ella no sabe que tengo secretos que nunca le contaré, hay que guardar una parte de la intimidad bajo candado de plomo porque hay terrenos donde no se puede deambular ni con tu mejor amigo.
Los otros habituales: Pedro, Jose, Susana, Teresa, Bicho y Mary son variopintos cada uno con un encanto personalizado en la mirada, los gestos, palabras y actos, pero con cada uno tengo bien definida la parcela de mi vida que quiero compartir.
Con mi pareja es diferente, soy diferente, más dúctil, más niña, a veces me dejo querer, a veces quiero. Sincera unos días, callada otros, cansada en la noche, risueña en la siesta. Quisiera decir que seguramente sea la persona que mejor me conoce, pero no es cierto, porque cuando me quedo sola, cuando el silencio aparca delante de mi y me abre la puerta, cuando la mente analiza las horas del día y el interruptor de las palabras ha formado frases que hasta dudas que sean tuyas. En ese momento comprendes que ni tú mismo te conoces, que eres mil y un personajes dentro de ti, que puedes caminar en la cuerda floja y al segundo ser el equilibrista más grande, que eres sabio en minutos e ignorante en segundos. Que lloras de alegría y ríes de dolor.
Nadie, ni yo misma, sabe cómo soy.


miércoles, 16 de abril de 2014

No tengo miedo

Si tener miedo es sucumbir por un ego dolido.
No tengo miedo.
Si es callarse ante falsos testimonios.
No tengo miedo.
Si es recordar las responsabilidades y anularse.
No tengo miedo.
Si es vivir sometido por la envidia.
No tengo miedo.
Si es ocultar la belleza del ser humano.
No tengo miedo.
Si es no hacer por no errar.
No tengo miedo.
Sucumbir, callar, anular, envidiar, ocultar, someter, son armas para atemorizar al hombre y no dejar que crezca en libertad.
NO TENGO MIEDO

martes, 15 de abril de 2014

Joyas de la literatura

"Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor"


José Luis Sampedro

jueves, 10 de abril de 2014

Añoro

Hablas de besos con tu mirada,
degustas tragando los roces que imaginas.
Esquivas la cabeza agachando la vergüenza
y evitas interpretar mis gestos.


Sonries comprando un minuto de tiempo
que luego se transforma en segundos.
Triste momento
que acaba en un silencio no latido.


Te asomas a la penumbra del recuerdo
tarareas un abril lluvioso de hace años.
Yo espero a que el mundo gire y retroceda
sin contar que desgasto la memoria por un beso.

martes, 8 de abril de 2014

Corta vida

En mi corta vida descubrí que los huesos crujen y que los dedos de los pies se alargan al caminar.


En ocasiones sentí la lluvia empapar mis sonidos y las nubes se desvanecían como acartonadas por la sequedad del aire.

A veces disfruté de los sabores del tiempo, de las alegrías de los duendes y de las noches en penumbra contando historias semiinventadas.

Noté las burlas despistadas de la memoria y descargué iras de las que no quiero acordarme.

Bebí agua, alcohol, saliva, encuentros y dejé atrás posibilidades remotas, sonrisas eternas y lágrimas sinceras.


En mis cien años noté que el tiempo era más veloz que mis piernas y que la vida se hacía demasiado corta.

sábado, 5 de abril de 2014

Presentación del libro de relatos La Laguna Esbrújula



Curiosamente el 4 es mi número favorito, los que me conocen saben que no estoy tirándome un farol. Ayer 4 del 4 del 2014,  somos 14 escritores, casualidad, no lo sé, pero cada vez que firmaba un ejemplar del libro y ponía la fecha pensaba que el 4 estaba en el ambiente y que seguro sería augurio de suerte.

Ayer tuvimos una presentación especial, amena, participativa, con el mismo sentimiento de orgullo en los 14 que estábamos allí sentados, presentando nuestra primera obra y con el mismo deseo de continuar escribiendo y de seguir creciendo como colectivo literario.

No faltó nadie, estaban la familia, los amigos, la Escuela Canaria de Creación Literaria, nuestro editor Juan Andrés Herrera y todos los miembros de Pluma Esbrújula.

Gracias a todos por vuestras muestras de apoyo y cariño.




miércoles, 26 de marzo de 2014

Un sueño


Necesito un sueño que comience con una mano suave que acaricie el aire que respiro, que tranquilice el ritmo de un corazón cansado de bombear sombras y se pare en el ombligo aliviando los espasmos de mis tripas.
Que continúe con un abrazo que vele los tiempos difíciles, divague los destierros insípidos y contagie mi rostro de luz.
Que finalice con un vuelo de esperanza terrena y me muestre el mundo con la perspectiva repleta de aliento.
Necesito un sueño que se haga realidad.

domingo, 23 de marzo de 2014

Paseo por La Laguna Esbrújula



Te invito a pasear por La Laguna Esbrújula, este mapa no sólo tiene calles y lugares interesantes, tiene mucho cuento, catorce en total.

Sería una experiencia pasear por La Laguna pararnos en cada rincón que señala este mapa y leer un relato.

En el libro La Laguna Esbrújula lo encontrarás.
Ilustración de Inma Vinuesa y Fátima Martín.

viernes, 21 de marzo de 2014

La laguna esbrújula


Otro de mis cuento: Amor de franela ve la luz. Lo puedo palpar junto a catorce cuentos más escritos por catorce amantes de las letras.
El colectivo Pluma esbrújula al cual pertenezco, ya podemos hablar de nuestro primer proyecto literario, un libro de relatos ubicados en la ciudad de La Laguna.
La presentación oficial será el 4 de Abril a las 20:00 en el Ateneo de La Laguna.
Vendrá acompañado de una ilustración que he hecho con mucho cariño, un mapa que señala los lugares más emblemáticos de la ciudad en los que se desarrolla cada cuento.
Os espero, quedáis todos invitados:

4 de Abril del 2014 a las 20:00 horas
Ateneo de la Laguna
 La laguna Esbrújula

domingo, 16 de marzo de 2014

miércoles, 12 de marzo de 2014

Sol


-¿Te has fijado que día más luminoso?
Hoy aparcaría las cosas que ocupan el tiempo y dejaría pasar las horas degustando al destino.


miércoles, 26 de febrero de 2014

Silencio

De pequeño me cosieron la boca, me unieron los labios con un hilo transparente. Podían verse los dientes blancos y enfilados, pero el nudo que apretaba los labios no dejaba expresarme.
Y es que me enseñaron a no hablar para no mentir, preferían el silencio antes de que se dañara la integridad de mi mente.
Subir al precipicio del deseo y luego caer sería lo último, una locura que espantaría a la sensatez, me decían. Una ternura demasiado plácida para ser cierta.
Me enseñaron a callar por el “que dirán” de los aburridos, a no mirar fijamente por si adivinaban mis pensamientos. Me advirtieron que la disciplina es el pan que alimenta la tranquilidad.
Estrecheces mundanas.
Pero hablar es sano, adelgazas con cada frase que liberas de la cárcel del miedo, sueltas el lastre que aprisiona tus huesos y respiras mejor.
Hablar es oxígeno, es abrir el espacio que ocupan los malogrados pensamientos. Después puedes comer porque desatas al estómago que está encogido, te desnudas, sientes el frescor de la libertad, redimes lo que creías olvidado y renaces.
Es como pasar página sin dejar de verla, como si pudieras conservar en tu memoria los párrafos leídos y adivinar el contenido de cada libro sin que esté escrito.
Hay quien ha muerto por sus palabras, quien ha matado por hablar, quien muere hablando. 
Yo prefiero mil veces sucumbir a la desdicha de una palabra, someterme a un verbo sabroso, contemplar el temblor de una boca tartamuda antes de padecer callado o de vivir atado a un pensamiento sin sonido.

Prefiero morir mil veces antes que vivir en silencio sin poder hablarte.

sábado, 15 de febrero de 2014

San Valentín

No soy valiente, aunque el mundo esté hecho para ellos. Probablemente confundí la valentía con el silencio. 
No fui el héroe de los cómics que aparece entre las nubes volando para salvar a la guapa protagonista.
No fui el amigo fiel al que no le cuesta decir te quiero cuando las ganas apremian. Ni siquiera degusté el placer de un apretón de manos o un abrazo oportuno.
No destaqué por ser el compañero de aventuras divertidas, ni contagié de risas momentos inolvidables.
Es cierto que siempre fuiste diferente. Tu olor no era la sorpresa del día sino el abrazo de la noche. Tu sonrisa no era la expansión de un momento sino el recuerdo de la eternidad. Tus miradas no despertaban la curiosidad por conocerte, solo abrazaban mi anhelo.
No fui el romántico que regala flores, ni interrumpí las tardes monótonas con frases cariñosas, no colgué muérdago en el portal de la entrada para besarte, ni siquiera San Valentín me prestó sus alas en febrero.
Solo esperé a que la energía del mundo empujara mi quietud, me aferré a lo incorporeo de los sueños y a lo etéreo de mi existencia, solo bailé la danza del deseo sin materializar mis miedos.
Por eso no creo en el día de los enamorados, en esa energía que vaga entre dos almas gemelas. No creo que la intuición haga real un amor, porque, aunque te desee a mi lado, sigues siendo un silente y volátil sueño.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Joyas de la literatura


El amor


Nuestro contorno era inacabable. Al norte los ojos de la madre, tan azules que no comprendíamos cómo el cielo seguía intacto. Al sur, la fortaleza del padre apuntalando nuestro vivir, manteniéndolo tan vasto como un incendio al que el viento incrementa.
Y por todos los puntos cardinales, el ciclamor y la noctiluca, el panul y la sogalinda, la zara y el nochizo, la dorada, la cicindela, el sicomoro y las mil aves del trino y del trasvuelo, las mil raíces que se abren en su día. Pero el humo, mientras, advertía que el hombre pasa y que el tiempo lo usurpa.
Un día impensado, del que no conservamos fecha ni nombre, una recia corriente se abrió paso en el pecho. El sentir, antes plácido, empezó a desterrarnos del presente, fuera de nuestros márgenes habituales. Turbulento, nos arrastraba hacia un espacio desconocido, nos obligaba a nosotros, los siempre libres.
La incertidumbre, cálida y temida, se propagó sin tregua, nos exaltaba atemorizándonos. Lo que no deseábamos, lo queríamos; lo que no ignorábamos, venía a sorprendernos; vivíamos de esperar lo rechazado. El corazón giraba buscando sin saber y se fijaba en lo que no entendía. Llamábamos, pero no acudían los amigos de siempre, y si llegaban ninguno de ellos sabía ya explicarnos la vida, abrirnos sus puertas: cada hombre debe lograr su albergue.
Así terminó un día el tiempo sin historia, las horas con leyenda. Nos vimos impelidos hacia una oscuridad, hacia una luz profunda que nos salvaba encendiendo con fuerza sus cuatro letras hondas.


Relato extraído del libro: Dinde
Autor: Luis Feria

miércoles, 5 de febrero de 2014

Desafío

La primera vez que tomé consciencia de mi cuerpo deforme frente al espejo, hice un pacto con el diablo.
Lo tenía atrás, mirándome con el rabo enroscado en el cuello y señalándome con la punta fina, triangulada y negra.
Se reía con esa risa grotesca y fría de la maldad, las cejas curvadas como el que está en una duda constante, la mano rozándose la barbilla con el índice coronado por una uña larga y retorcida, su cuerpo esbelto y rojo, detrás del mío, reflejado a retazos entre la neblina que lo envolvía.
Lejos de sentir miedo ante su espectro infernal me acerqué a su rostro, indagué en el fuego incandescente de su mirada y lo desafié.
Una sola pregunta fue suficiente:
No eres capaz de hacer que la belleza disimule este rostro incongruente, y que la giba de mi espalda deje de curvar mi torso, no eres capaz, por muy rey de los infiernos que seas, de corregir estas piernas rotadas como las garras de un monstruo, ni de hacer que mi miembro permanezca erecto como señal de poder.
Un solo desafío para exhortar al mismísimo demonio a que la mirada del mundo se transformara ante mi fea presencia.
Las carcajadas traspasaban los muros, el fuego carbonizaba las lozas del suelo, la ira transformaba el aire en un intenso humo asfixiante. Nadie había osado retarlo como yo, nadie en su eterna vida se había atrevido a dirigirle la palabra. Su presencia dejaba paralizado al mundo, el miedo mermaba a la humanidad, cegaba al que tenía la valentía de mirarlo.
Los desafíos despiertan la curiosidad a los malvados, los insta a probarse a sí mismos y les crea la necesidad de comprobar la magnitud de su poder.
No dijo nada, no dejó ningún conjuro en el aire, no lanzó rayos de fuego hacia mí, ni tembló el suelo mientras se alejaba.
El silencio se abrió paso entre la humareda que dejó lucifer al marcharse. Cuando el aire se aclaró y pude comprobar mi imagen en el espejo, nada había cambiado, ni una sola de mis deformidades. Seguía retorcido de fealdad, envuelto en los pliegues de un cuerpo inhumano y desagradable. Pero mis ojos tenían una mirada distinta, un verde intenso que rebotaba en el espejo y que me devolvía un nuevo rostro. Una mirada embaucadora, deliciosa, imposible de evadir, de esas que dejan sin habla al más mundano de los mortales, de las que no permiten otro deseo que tenerla. Una mirada que solo se podía definir con un nombre: belleza.

Ahora tocaba salir a la calle y ver la reacción de los humanos, si no me rechazaban, mi alma estaría eternamente maldita.

miércoles, 29 de enero de 2014

El cuidador de almas



Mirarse  al espejo, recuerda lo que somos





Desde muy pequeño aprendí a encontrarle el alma a las cosas. Las cuidaba, les daba calor, las alimentaba hasta que crecían y tomaban su propio camino.
Así fue lo que hice con el alma de mi tortuga, con la de mi oso de peluche, la de mis zapatos favoritos, la del primer libro que leí. Lo intenté hacer con la de mi mejor amigo, que se resistió un poco pero al final la cuidé y me acompañó durante muchos años.
No tenía tiempo para otra cosa que no fuera cuidar almas, llegué a tener hasta cincuenta guardadas entre mi dormitorio y el cuarto de herramientas que había detrás de la casa. De hecho, no sabía hacer otra cosa que cuidar. Me convertí en el mejor cuidador de almas del país.
La gente venía a traerme sus cosas, animales, familiares y amigos para que yo los cuidara, ni siquiera me dejaban explicarles cómo hacerlo. Me entregaban lo que estaba roto, quebrado, herido, a sabiendas que estarían a buen recaudo. Y yo, que no sabía decir que no, las aceptaba.
Tenía colas en mi puerta todos los días. A veces se acumulaban tantas almas que era difícil andar sin tropezarse con alguna de las que eran más remolonas, más tímidas y retraídas. Pero lo cierto es que en pocos días se ayudaban unas a otras y me hacían más fácil el trabajo. Nos convertimos en una gran familia. Cuando alguna se curaba y preparábamos su partida, sabíamos que, aunque nos entristecía su pérdida, irían a un espacio mejor. Eran momentos importantes, se iban porque habían terminado de crecer.
Pero a medida que pasaba el tiempo me sentía más cansado. Notaba que necesitaba sustituto, pero no encontraba a nadie que quisiera el trabajo, y eso que había muchos parados en la ciudad. ¿Dónde se busca a un cuidador de almas?
Cada vez era más difícil mantener mi taller de reparación. Me pasaba tantas horas cuidando que no noté que a mi alma se le rompió la esquina derecha cuando intentaba llevar a algunos amigos al rincón de la risa y que empecé a perder parte de mi agilidad a medida que los años dejaban factura. Se dobló por la mitad un día que me agaché demasiado para recoger del suelo la ropa de los más desordenados y ya no hubo posibilidad de enderezarla, además me quemé la planta de los pies por un descuido y dejé de sentir mis pasos.
No me daba cuenta de que me iba rompiendo, que me arrastraba, que estaba lleno de agujeros y que mis líquidos se desparramaban dejando mi cuerpo sin sangre. 
Toda la vida dedicándome a este oficio, todo mi tiempo reparando almas ajenas, estudiando para no errar en el camino, apartando el orgullo y, me olvidé.
Me olvidé de mí como un tonto, un ignorante, creyéndome inmortal.
No me di cuenta de que mi alma se cansó de cuidarse sola y se dejó morir.


Relato que pertenece al libro: Anclas. 


miércoles, 22 de enero de 2014

Un gesto

Una mano en el hombro, dos minutos de calor, sentirse protegido, buscar refugio.
Una mirada al cielo, sin un rostro que interrumpa el deseo. Me quita el sueño estar a tu lado.
La risa entrecorta el hueco que cubre el silencio y solo oigo mi corazón batiendo, tocando la puerta para salir volando.
La mañana es inoportuna, rompe la monotonía y aprisiona el pensamiento.


lunes, 20 de enero de 2014

Contención


Mantén la serenidad intacta, como quien no siente ni padece, como el retortijón inadvertido.
El semblante impávido, diluido en una sonrisa, ni muy corta, ni muy larga, como si estuvieras ausente.
Sigue al que te hace sombra, sin que te duelan las patadas disimuladas de la envidia.
Recoge las migas con un movimiento rápido del pie, pisando las más grandes y, cuando nadie te vea, échalas a las palomas que se abalanzarán como buitres.
Disimula las ojeras del cansancio, esas que no controlas ni durmiendo, porque a nadie le darás pena cuando se te acumule el trabajo.
La noche llega como agua de sed, para poder gritar las miserias del día. Desbarra injurias e improperios, nadie te oye. 

¡Qué más da!

martes, 14 de enero de 2014

Joyas de la literatura

Tan terrestre

Soy ese verode en el tejado donde
tiembla la lluvia y te vigilo:
atravieso el bosque
con aves que
revolotean a nuestro lado y me pregunto
si es por el olor de mi ropa o es acaso
rumor de primavera, aroma desolado donde
esperar tus frutos. Pero
de la lluvia salí oliendo a errores.
Ahora quisiera regresar de aquel momento tan
terrestre
para averiguar si valdría la pena
escribirle un fin.

Poesía del libro: El equilibrista y los jardines.
Autor: Víctor Álamo de la Rosa

martes, 7 de enero de 2014

Cinco mujeres que no subirán al cielo


Juan Andres, te prometí una reseña de tu última novela cuando terminara la lectura.

Estas Navidades han sido fructíferas en cuanto a la literatura. He tenido tiempo, he leído y he podido analizar lo leído, cosa que recomiendo a todos los que les gusta leer.
Destripar un libro es de los ejercicios que más me apasionan y, como he tenido tiempo, le ha tocado a: Cinco mujeres que no subirán al cielo, el último libro del escritor y editor Juan Andres Herrera.
Un escritor que apuesta por una literatura diferente, que hace de sus descripciones su mejor arma.
Me gustan las descripciones de Juan Andres. Son elaboradas, originales, crea imágenes nuevas que serían imposibles de construir sin imaginación, cualidad imprescindible para un escritor: Hay que tener imaginación para escribir y Juan Andres tiene mucha.
La historia de Cinco mujeres que no subirán al cielo es trepidante, llena de intriga y de trama, pero lo mejor es que está llena de valentía (otra cualidad imprescindible para ser escritor) porque hay que ser valiente para meterse en la piel de cinco mujeres diferentes que tienen un nexo en común. Pero no cualquier nexo, como podría esperarse: son mujeres, amigas, no. Su nexo es que han recibido malos tratos de sus parejas y todas se encuentran en una casa de acogida. ¿No os parece muy valiente meterse en la piel de cinco mujeres maltratadas? a mi me parece que sólo un buen escritor es capaz de darle voz  a cinco mujeres y crear a cada una de ellas con sensibilidad y credibilidad.
Pero tengo que ponerle algunos peros a tu libro Andres, alguna cosa que sé que no depende de ti, como las faltas ortográficas o erratas que me han provocado, en más de una ocasión, querer dar un tirón de orejas al editor, que sé que en este caso no has sido tú. Hay que corregir los libros antes de editarlos, eso lo sabes muy bien. Siempre se escapan erratas, pero estas deben ser mínimas, porque inevitablemente te sacan de la lectura y hacen que la fluidez se pierda.
Y los finales... Con tu primer libro: La casa de las flores rotas, me pasó igual, me dan la sensación que son finales adelantados. Puede ser que me inspiren añoranza de seguir leyendo, cosa que se puede traducir positivamente ( el quedarse con ganas de más siempre es positivo) o puede ser que tu escritura pida más de lo que terminas dando. Lo que quiere decir que necesitamos que sigas escribiendo más y más, porque de lo que no tengo ninguna duda es que serás un escritor que no pasará desapercibido.
Ya estoy esperando tu próxima obra. Una cosa tengo clara seguiré siendo lectora de tus escritos.