martes, 17 de diciembre de 2013

Momento de placer

Este no es momento de sentir placer.
No sé por qué el cuerpo refunfuña con espasmos invisibles.
La causa puede ser una frase.
Me picaba el cuello y me rocé los pechos sin querer.
Quizás un recuerdo efímero que se asomó a la ventana de la memoria.
El sabor de tus besos matutinos.
La luna llena que se confundía con la última farola de la calle.
La visión de tu espalda reflejada en el espejo.
El olor de tu camisa al recogerla del suelo.
Hay demasiado ruido fuera.
Estoy sola en el despacho.
Este no es momento de sentir placer.

jueves, 12 de diciembre de 2013

El cielo en un infierno cabe

Quién no ha tenido en sus manos un libro de 624 páginas y ha pensado tremendo tocho voy a leerme. Y termina su pensamiento esperando que la paja no ocupe la mitad del libro.
Con El cielo en un infierno cabe, tuve una corazonada, el tema que planteaba me atraía y, como hago en muchas ocasiones, la lectura de sus primeras hojas me despejó la duda de si comprarlo. Lo hice, lo compré y comenzó la aventura.
Una historia que se desarrolla en el siglo XVII, en plena inquisición, planteada con dos narradores diferentes:
1-La nodriza Berenguela que cuida en el hospicio a la protagonista: Barbara una niña con poderes mágicos en sus manos. Que dura aproximadamente hasta la mitad del libro.
2-La propia Barbara contando su vida después de haberse escapado del hospicio.
Esta formula de cambiar de narrador a mitad del libro resulta una estrategia muy interesante para mantener la atención del lector en tantas páginas y, evidentemente, mucho más enriquecedora, dándole  verosimilitud a una historia muy mágica.
Os podría dar muchas razones para convenceros que este libro es de los que merece la pena leer:
-Construcción de personajes: sencillamente impecable, sobre todo los personajes principales: Diego y Bárbara. Perfilados al milímetro, con voces propias, personalidades atrayentes, poderes complementarios que te enamoran, te embaucan, te embelesan. Rodeados de personajes secundarios que realzan la historia, que necesariamente deben estar, que no sobran ni faltan, que permiten hilar secuencias imprescindibles para no dejar ningún cabo suelto.
-La propia historia: aquí hay que darle las gracias a la autora Cristina López Barrio, una mujer que se ha documentado mucho para escribir este libro y eso se nota, tanto en los datos históricos como en la seguridad que imprime a las voces de sus personajes cuando hablan de alquimia, de magia, de sectas, hospicios e inquisición.
-Además de no olvidarse de la imaginación que ha de tener un escritor para crear una historia como esta, fantástica, magnífica, donde los poderes se mezclan en un amor eterno, infinito. Una historia de amor potente, extraordinaria y única.
Si hay algo que envidio (envidia sana) de un buen escritor es cuando es capaz de crear una historia nueva tan especial y atractiva como la que contienen las páginas de esta novela con mayúsculas.
-Y para terminar, contaros la admiración que me ha supuesto ver que en esta novela no sólo no sobran páginas sino que yo como lectora me he quedado con ganas de más. Hubiese seguido imbuida en la vida de Diego y Barbara todo el tiempo que la autora hubiese querido. Eso quiere decir que me ha conquistado y esa tarea para un escritor, hoy en día, con todo lo que tenemos en el mercado, es muy, pero que muy complicada.
Lectores os recomiendo esta obra de la literatura, una verdadera joya.

martes, 3 de diciembre de 2013

Un mundo al revés

El niño jugaba con la caña de bambú, trepaba por ella con los pies descalzos y los dedos engurruñados. Una y otra vez llegaba a la punta y se quedaba boca abajo mirando como el cielo y la tierra se unían en una línea infinita.
Tomaba impulso y... ¡Alejop! daba una voltereta en el aire para caer de puntillas, a plomo, sobre la tierra mojada sin perder el equilibrio.
En cada escalada miraba el mundo al revés, con la camisa plegada en su barbilla, el ombligo sobresaliente y el flequillo balanceándose al compas del impulso.
Un, dos, tres, su cuerpo ovillado en un doble salto mortal. Un, dos, tres, cada salto más altura. Un, dos, tres, el tiempo parado en cada cabriola.
Un niño, una caña de bambú, un rayo de sol y un mundo al revés.