Es extraño encontrarse un cráneo en la orilla de la playa,
más aún si esa calavera resulta familiar, tanto como que al cogerla descubres
que es la tuya, tu propio cráneo olvidado tiempo atrás, un día que necesitaba
meditar sentado en la arena con las olas salpicando salitre en las cuencas de
los ojos.
Sí, dejé mi cabeza olvidada por un desdén de conjeturas
espesas capaces de hacerme olvidar lo primordial, el propio yo. Un yo solitario
que intentaba arreglar los desequilibrios humanos, que pretendía cuadrar las
horas del día para que el puzle de la rutina no perdiera su pieza central, que
esquivaba cuchillos con sonrisas escandalosas,
alejando los malos farios
intuidos en las miradas sórdidas que vigilan el éxito.
Olvidarse de la cabeza sólo le puede pasar a un ignorante
descuidado, a un patán con aire de filósofo que juega al “ser o no ser” con su
propio cráneo. Sólo le ocurre al que se mira el ombligo sin ver el final, sin
percatarse que el hueco acaba donde empieza la primera cicatriz de la vida.
Estoy por dejar en la orilla también mi cuerpo, para ver si
la casualidad une la división y por fin se juntan pensamientos con deseos,
sentidos con movimientos, sueños con realidades.
Estoy por quedarme aquí quieto, sentado en la arena,
contemplando el mar de mis propios recuerdos.
Estupendo, Inma, alegoría a la parálisis como ilusión reunificadora, que no, que no hay que perder la cabeza, tampoco sentarse a esperar advenimientos. A trabajar...
ResponderEliminarPrecioso texto Inma, que dice mucho más de lo que dice y...dice mucho. A mí me habla de integrar cabeza y cuerpo, aunque no solo eso. Mente,emociones, instintos... integrados hasta formar una sólida unión que haga aflorar al ser auténtico que llevamos dentro. Ese ser despojado de ego y que refleja la coherencia del pensar, sentir y hacer en una única e inconfundible dirección.
ResponderEliminarPrecioso texto Inma, que dice mucho más de lo que dice y...dice mucho. A mí me habla de integrar cabeza y cuerpo, aunque no solo eso. Mente,emociones, instintos... integrados hasta formar una sólida unión que haga aflorar al ser auténtico que llevamos dentro. Ese ser despojado de ego y que refleja la coherencia del pensar, sentir y hacer en una única e inconfundible dirección.
ResponderEliminar¡qué maravilla,Inma! Es un gusto leerte
ResponderEliminarPues a mí me va bien tener la cabeza en un lado y el cuerpo por otro... tendré que hacérmelo mirar...
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