El semblante impávido, diluido en una sonrisa, ni muy corta, ni muy
larga, como si estuvieras ausente.
Sigue al que te hace sombra, sin que te duelan las patadas
disimuladas de la envidia.
Recoge las migas con un movimiento rápido del pie, pisando las más
grandes y, cuando nadie te vea, échalas a las palomas que se abalanzarán como
buitres.
Disimula las ojeras del cansancio, esas que no controlas ni
durmiendo, porque a nadie le darás pena cuando se te acumule el trabajo.
La noche llega como agua de sed, para poder gritar las miserias
del día. Desbarra injurias e improperios, nadie te oye.
¡Qué más da!
Cada nuevo texto tuyo que leo está un escalón superior. ¿Hasta dónde vas a llegar?
ResponderEliminarEspero llegar a ser escritora. Y gracias a ti estoy en este mundo girando y empapándome de aciertos.
ResponderEliminarUn abrazo
Coincido con Francisco en afirmar que vas creciendo. Estás en una etapa de creación a muy alto nivel. Aprovéchala para regalarnos piezas como estas, tan llenas de fuerza.
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