martes, 12 de noviembre de 2013

Con la mano en el corazón

Los dientes de hojalata, las pupilas interrumpidas por cristales esféricos caracoleados, tentempiés en el pelo como tornillos engominados imposibles de doblar.
El pecho rígido con una medalla que sobresale en el lado derecho, avatares de la lucha que lleva batallando durante trece años.
El cuerpo enjuto, huesudo, se podía decir que hasta robótico. 
Los andares cortos y cabizbajos interrumpidos por trotes impuestos durante treinta minutos al día y que pronto se olvidan tras diez horas silentes que suman aburrimiento.
Sudor salado, que amarillea las ojeras, que cuartea las camisetas y despega las suelas de los zapatos.
Retortijones que rompen el silencio impuesto por las circunstancias. Mejor no ver a nadie, mejor ni rozar, mejor no respirar, mejor saltar, mejor no hablar, mejor reír.
Ser persona es soñar sin ronquidos, comer sin pastillas, correr si apetece, voltearse en la hierba, silbar aunque humee, morirse de frío, sudar de calor, crecer en gordura o adelgazar sin obligación, es soñar con tus hijos o escalar las laderas.
Pon tu mano en su corazón. ¿Sabes? eso que sientes no son sus latidos, es la máquina del tiempo que un día olvidaron dentro y que pronto se parará.
Por mucho que te empeñes, ese chico no es humano.


6 comentarios:

  1. Quizás con un corazón de verdad...
    El giro del cuento me ha dejado pensando
    Un abrazo

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  2. De eso se trata, pensar en la diferencia, en cualquier tipo de diferencia, si somos capaces de tratarla como una cualidad humana más.

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  3. Un personaje lleno de detalles. Para mí son detalles humanos porque por sí solo hablan: hablan de él. Literatura de alto nivel Inma. No dejas de sorprenderme. Genial

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  4. Un personaje con un gran corazón, como el tuyo, Inma, suscribo a Miguel: no dejes de sorprendernos.
    Un beso

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  5. Gracias Miguel y Ángeles ojalá no deje de sorprenderos eso sería mi mayor alegría.

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